Neoliberalismo,
no significa libertad para todos, sino libertad para,
multinacionales, corporaciones y otros gigantes económicos;
significa (para ellos) pagar menos impuestos y recibir más ayudas.
En España por ejemplo cerca de un 25% del dinero que tendría que
ingresar en las arcas del estado, desaparece en paraísos fiscales o
mediante otros medios lejos del alcance de los recaudadores, que ven
como cada vez hay menos dinero en la caja.
El
neoliberalismo no quiere gobiernos, no quiere estados, quiere que el
poder económico dominante hoy por hoy (de momento en la sombra), lo
haga a plena luz del día, así se ahorraría los gastos de sus
“redomendados” en los respectivos gobiernos del mundo.
Con
la idea de que el estado derrocha en todos los sectores, ofrece el
servicio privado como una panacea; así con la inestimable
colaboración de sus lacayos gubernamentales, se va haciendo uno a
uno o varios a la vez, con los trozos más suculentos de la tarta.
Así
frente a la imagen que nos venden de salvadores de la economía
mundial, nos encontramos con una gran maroma que aprieta cada vez
nuestros cuellos, de modo que llega un punto en que, con el miedo en
el cuerpo, mientras nos preocupamos de coger algo de aire; ellos
aprovechan para registrarnos los bolsillos y quedarse con todo lo que
tenga algún valor.
No
son los bancos quienes nos van a pagar las pensiones, sino los que se
están llevando el dinero de nuestros impuestos, con ayuda estatal.
No son tampoco las grandes multinacionales las que van a solucionar el
problema del desempleo, sino las que lo están provocando.
Según
las últimas informaciones, se habla de un gran aumento de las
personas que viven en, o bajo el umbral de la pobreza en España; se
me ocurre que ya podemos actuar con celeridad, los que estamos un
poco mejor; porque si la economía de andar por casa, carece de
sentimientos, la economía salvaje que estamos viviendo hoy en día;
es capaz de transformar la miseria en muerte a poco que siga campando
a sus anchas.
Tras
años de desinformación interesada, gracias a la colaboración de
los grandes medios de comunicación en manos de unos pocos; nos
encontramos ante una población pasmada, que parece asistir a su
propio funeral no ya desde la posición del muerto, sino como mero
espectador de su propio deceso.
Los
políticos, nos confunden con su oratoria, mientras maquinan otras
intenciones, muy lejanas a los intereses generales, ahora nos cuentan
que hay que ayudar a la banca que nos metió en esta crisis, y
mientras algunas voces, piden responsabilidades; estos, (los bancos),
vuelven de nuevo a quedarse con el dinero de los trabajadores y de
los pobres, que no tendrán para comer, pero contribuirán dejando de
ser retribuidos en alguno de los infinitos “eres” a los que
multitud de empresas se acogen. Los ciudadanos mientras tanto, vemos
como nuestros vecinos se van a la calle como si no fuera con
nosotros; tal vez algún día nos toque y para entonces, ya no habrá
nadie a quien pedir ayuda. Mientras tanto el dinero se mueve
increíblemente de abajo hacia arriba y ya se sabe entre más hay
arriba, menos hay abajo.
Hace
poco se escuchó decir a Luis Ignacio Lula da Silva lo siguiente, en
relación a la crisis que nos azota: “Recapitalizemos
el empleo y no la banca” y “si
los técnicos tuvieran la clave de la solución, no harían falta
políticos, iríamos a la universidad a contratar los gobiernos”.
Evidentemente no es así, como ya podemos constatar, pues ya tenemos
un técnócrata desgobernando en una Grecia, cada día más
empobrecida y saqueada