RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

8 dic 2020

ROCÍO

 

Tengo que confesar que no era yo muy de teléfonos portátiles; en mi vida me había imaginado que caería como casi todo el mundo bajo el dominio de esas redes infernales que que por tierra mar y aire nos acosan y nos acucian.

El mensaje me llegó por “telegram”; solo lo uso con dos o tres personas a lo sumo; pero ya se encargan “ellos” de enviarme cada poco mensajes comentando que se ha añadido este o aquél; a veces aunque son conocidos los elimino, pero otras lo dejo correr.

No recuerdo el contenido exacto de la misiva electrónica que me llegó, ya que tengo por costumbre cada poco borrar todos los mensajes; pero más o menos Rocío me decía que se pasaría por la ciudad y que estaría disponible durante el puente por si queríamos vernos.

Por supuesto que quería; es Rocío de esas personas rodeadas por ese circulo luminoso que llaman halo o aura; esa especie de luna con la que rodean las cabezas de los santos en muchas pinturas religiosas. Algunos hablan de fenómenos paranormales, pero he leído que en el Tibet algunos monjes son capaces de percibir sus distintos colores a simple vista, siendo capaces de ese modo de adivinarlo todo sobre cualquier persona; yo que ni soy monje, ni religioso, me conformo con escudriñar tras unos ojos cuyo color soy incapaz de definir con exactitud.

Por supuesto nos citamos; para mi pesar no disponía yo de mucho margen; una pena, porque con Rocío el tiempo desaparece para convertirse en un intenso instante. No suele ocurrir que a una fracción de tiempo la tildemos de hermosa, y sin embargo siempre lo es cuando se trata de ella.

Como siempre abordamos varios temas que por lo general se suelen diluir como la materia cuando no tiene cuerpo ni volumen propio; hablamos eso sí lo recuerdo sobre los miedos que dominan a cierta gente, de miradas que hipnotizan, de aduladores; sobre las dudas que adornan a veces al género humano y casi nunca a los animales o a las plantas, y como de refilón algo comentamos del amor espiritual y de aquél otro que concede excesiva importancia a esos intereses materiales que son en realidad los que por desgracia mueven el mundo.

Las despedidas con Rocío siempre suelen ser largas, como las de los enamorados, porque siempre hay una penúltima frase que aportar, pero hoy había obligaciones que cumplir y se alargó justo lo necesario. Nos despedimos con un flaco beso y un generoso abrazo de esos que se semejan al cargador de cualquier aparato eléctrico. Yo en este sentido me volví con las pilas cargadas que a buen seguro me aguantarán hasta nuestro próximo encuentro.

La mayoría de los mortales no lo comprenderán, pero me regaló los elementos necesarios para sostenerme con majestuosidad durante esa vejez que en su momento me cubrirá, quien sabe si de canas o de dudas.