RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

4 jul 2021

P ÉRDIDA

 

No vayan ustedes a pensar que esto va de móviles, porque no, ni de lejos. La verdad es que esta vez no se como empezar a relatar los sucesos acaecidos este sábado tres de julio del año dos mil veinte más uno.

Había una cita entre corredores del Club Desafío Urbión, unos de Ejea, otros de Palencia, de León, de Soria capital y la mayoría de los pueblos de alrededor de Covaleda.

Yo para zafarme de cualquiera de las dos carreras que se habían organizado para el sábado (el domingo tienen otro zafarrancho de combate), les comenté que había pensado tirar algunas fotos a ver si colaba, y se ve que no vieron en mí un corredor en ciernes, porque dijeron: Vale, no hay problema, subes al pico del Águila y cuando pasemos por allí disparas a placer.

Tras las indicaciones pertinentes, salí en la dirección indicaba, aunque ya a los primeros metros no recordaba si era el G7 el G14 o el G a secas; (juro por todo que ese día no había probado una gota) llegado a una curva desde la que se veía una ancha pista, pensé en tomar la senda de la derecha, pero por inseguridad, o porque me topara con un par de pedaleadores, les pregunté y uno de ellos más avezado en estas lides, me dijo que no tenía claro que por la senda que pensaba yo tomar pudiera atisbar siquiera el tan deseado pico, pero que si cogía la pista y siempre a la derecha, lo encontraría con toda seguridad.

En estas situaciones es mejor hacer caso a los oriundos que se tienen más mamado el terreno que nadie. Pues nada, pista para arriba; pero veo que pasa el tiempo, que pasan los kilómetros y no me cuadran los datos que obtengo con los que me había dado mi cabo, cuando estoy más o menos a la altura del km 23 en dirección a Duruelo de la Sierra, oigo pisadas; por el sonido deduzco inmediatamente, que un par de patadas era de salomon, otras dos de adidas y otras tres o cuatro de marcas desconocidas para mí, miré para atrás, pero no vi nada de nada salvo un grupo de unas doce o catorce reses en un prado cercano.

A mí me parecía que me estaba pasando del punto indicado, pero cuando te metes por estas pistas en las que no ves más que pinos, hasta el más guapo se despista (osea yo). De modo que ya borracho de pisadas, comencé a bajar poco a poco lo que a mí ya en este punto me parecía subir, y sin saber como ni porqué me fui animando, y de este modo cuando quise dar cuenta estaba a seis kilómetros del tal Duruelo donde me encontré mira tú por donde con los ciclistas de la mañana, que a la pregunta de si había encontrado bien el pico, les respondí que estaba en ello; yo juraría que las toses de uno de ellos más bien parecían carcajadas, pero no estaba yo para hacer sangre y lo dejé pasar, pero cuando el de la voz cantante me dijo que me había pasado veinte kilómetros, a punto estuve de darle un sopapo en toda la boca, pues comprendí en ese punto que la dudas sobre seguir la senda que yo creía correcta no eran mías, sino suyas.

Yo que siempre he sido generoso, les dí las gracias y fingí seguír para adelante, pero en cuanto se perdieron de vista me volví por donde había venido con la esperanza de que aquél grupo de la mañana se hubiera perdido o algo parecido y con ello llegar a tiempo para las dichosas fotos, que a estas alturas la puñetera cámara ya me pesaba como un muerto.

Llegué por fin al pico casi a la anochecida, sudando a mares a pesar de que la temperatura era benigna, y aún me tuve que enfrentar a un gracioso que me dijo que a ese ritmo llegaba yo antes a Madrid que él en la burra, una bici de esas de a seis mil lo menos.

Como no estaba yo ya para muchos trotes, decidí tomarme un pequeño y merecido descanso en el refugio y después reanudar camino. No había cerrado ni medio ojo cuando unas voces me sacaron del soponcio en el que estaba a punto de hundirme hasta el fondo. ¡Clemente!, ¡Clemente!¡Clemente!, si he de ser sincero a mí no se me ocurrió otra respuesta que ¡AQUÍ!, ¡AQUÍ!; y como una aparición veo a toda pantalla ante mí el careto del cabo Pakito preguntándome no se que de unas fotos, a punto estuve de decirle “ a mí que me cuenta usted mi cabo, yo de fotos no se nada”. No si sería el acojone o qué, pero como de lejos pude escuchar una voz que sobresalía entre el resto que decía: “anda Vidal, trae la camilla que este jambo está más pallá que pacá y no se qué sobre la cantidad de guardias que le iban a caer al pobre.

A saber de quién estarían hablando...