RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

15 sept 2021

EL BAUTIZO

Soy incapaz de entenderlo, me invitan al bautizo de un tal Jesusín, al que no conozco de nada; desde luego es toda una incógnita salvo que se hayan equivocado, pero cuando había decidido no asistir, me llama Raquel para decirme que si vamos juntos, le digo que como es que se ha enterado de mi invitación y me responde que el otro día tomando café con una amiga, le habló de mi. Más sorpresas su amiga tampoco me suena de nada. Acepto la invitación, y quedo de llevar a Raquél porque su marido no puede (o no quiere). 

La ceremonia, tediosa como casi todas estas ceremonias religiosas, una iglesia pequeña dentro de la cual trato de localizar alguien conocido, pero nada; el tal Jesulín no se está quieto ni aunque le aten, de modo que por momentos aquello es un guirigay de los de órdago a la grande. En un momento determinado me llama la atención una mujer allá en los primeros bancos, tiene el semblante y la belleza de una estrella de cine y me está mirando fíjamente, al coincidir nuestras miradas solo por unos pocos segundos, ella se adueña de mi ser al instante; son cosas que me ocurren a veces y que yo atribuyo a sucesos, encuentros incluso relaciones acaecidas en vidas pasadas, son vuelcos del corazón, sobresaltos pero sobre todo dudas, que te dejan intrigado. 

Pasado el rollo religioso, nos trasladamos todos hasta una casa rural que está a pocos kilómetros de la capital; una chulada por cierto, mucho verde, árboles, su pozo empedrado y una casa grande y antigua con unas 18 habitaciones al estilo tradicional, y otra más pequeña que intuyo serían en su día las cuadras con un par de habitaciones y todo lo necesario para pasar una vida. 

El ágape a la sombra de los árboles como en la película del padrino, con unos cuantos tableros cubiertos de floreados manteles para acoger a los cerca de cuarenta comensales sin contar los niños que no paran de correr y de tropezar con los invitados todo el rato, dejando así el césped bien regado del vino que nos cuesta un mundo llevar a la boca sin sobresaltos. 

Está finalizando ya la cosa, le estoy diciendo a Raquel que desde que ha perdido peso parece una chavalina de dieciocho, sonríe como si no se lo creyera pero he dado en el clavo; me enseña una foto de antes de casarse y alucino en colores. 

¿Y esas fotos? -Me dice, y de pronto veo varias fotos sobre la mesa, la primera de un mocoso que soy yo; luego, una tras otra van relatando una gran parte de mi vida; entonces como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, Raquel y yo  miramos en todas direcciones, pero imposible descubrir cuando ni quien las dejó allí; ya llegando a las últimas hay una en la que estoy sobre una colcha con otro bebé, el bebé que es chica va creciendo hasta convertirse en una joven de unos veintitantos; me llegan vagos recuerdos sin conseguir adivinar quién puede ser. 

La actriz, está sentada a poco más de dos metros y se diría que nos observa con un rictus de amargura en su rostro, a punto estoy de decirle algo, pero en esos momentos me dice Raquel que en las siguientes fotos hay notas escritas y nos disponemos a leerlas. 

En letra muy pequeña pero con una caligrafía excelente comienzo a leer la parte posterior de las fotos una tras otra con avidez: 

“Hola Ali, seguramente te estarás haciendo muchas preguntas, estoy convencida de que no me conocerás por las fotos después de tantos años. He seguido tu día a día con la ayuda de mi hermana desde que me fui y creo que has tenido una vida feliz de lo cual me alegro muchísimo; por mi parte no me puedo quejar, abandoné el barrio en el que convivimos brevemente muy joven; los años pasan inflexibles pero los recuerdos permanecen, y tengo que confesarte que tu has formado parte de los míos desde entonces, he tenido muchos hombres, pero tú has sido y serás siempre el amor de mi vida”. 

No se que dijo la Raquel en ese momento, pero me sonó a taco. 

“Vivo fuera desde hace más de veinticinco años; sigo trabajando de vez en cuando aunque no lo necesito, de modo que tampoco me puedo quejar. Me hacías reír cuando lo que deseaba era llorar y cuando no lo conseguías me acompañabas en mi dolor de huérfana como si en vez de ser un niño de pocos años fueses el padre que siempre busqué.” 

“Lo pasé muy mal en los primeros años de tu ausencia; fingía que estaba contenta cuando estaba triste y me mostraba alegre por no preocupar a mis padres de adopción; pocas personas han sabido adivinar ese poso de tristeza en mi interior, una de ellas es mi actual pareja que por cierto te envidia y a la que habrás visto hoy. He estado cerca de ti en varias ocasiones con la esperanza de que un rayo de luz iluminase tu memoria pero ha sido en vano; no te voy a ocultar que me he tenido ausentar para poder derramar unas cuantas lágrimas a mi habitación desde la que te he observado sin atreverme a presentarme; te pido que me perdones porque no es eso lo que había planeado, pero aunque he tenido toda la mañana unas ganas locas de abrazarte y sincerarme, me ha faltado el valor necesario y ese es el motivo de estas simples notas.” 

“A estas horas ya estaremos camino del aeropuerto, puedes hablar con mi hermana si lo crees necesario; te aseguro que sabe tanto de tu vida como tú mismo, pero te pido por favor que no lo hagas porque se avergonzaría muchísimo por haber seguido tus pasos durante estos años sin decirte ni una palabra, y no me gustaría que todo esto le hiciera daño.” 

“Te haré llegar algunos documentos sobre mi vida para compensar todo lo que llevo indagado sobre la tuya; creo que es justo, al menos mientras sea incapaz de reunir el valor para enfrentarme a ti cara a cara y por otro lado a veces pienso que tal vez sea mejor dejarlo así, en una bonita historia de amor unidireccional que nunca sabremos si habría sido correspondido.” 

Por siempre tuya July.