Me regala mi amiga Rina una botella de vino rosado que tiene una pinta excelente; “tienes que probarlo me dice” y le contesto que me niego a abrir esta obra de arte. Luego me cuenta que lo hace una amiga suya de nombre MC.
Dicen de ella quienes disfrutan de su proximidad, que es pura bondad; eso que llaman belleza interior, pero en este caso conjugada con una capa exterior que relaja, que protege como solo pueden hacer los guarda espaldas del alma; es una dama extraña, un ente raro por estos parajes infinitos que encontramos a veces a través del mundo conocido o desconocido.
Es además de bella, una apasionada de la justicia social; una de esas candidatas que aún pululan por el planeta defendiendo lo que a nadie preocupa ya; el bienestar del prójimo, pues ayuda cuando puede y cuando no puede y si la vida hubiese sido más blanda con ella, tal vez tendría una sonrisa más abierta, más amplia y más satisfecha con el presente, pero sobre todo con el pasado.
Ha sido incomprendida como suele suceder con quién se preocupa de los demás, porque para muchos es una pérdida absoluta “regalar” tu tiempo sin obtener beneficio; un sin sentido en este mundo donde prima lo individual sobre lo colectivo, el egoísmo sobre el altruismo o la perversidad sobre la bondad.
Afortunadamente tiene muchas otras cualidades con las que pasa el rato, con las que va creciendo cada día y con las que se siente satisfecha e incluso realizada porque en este caso el contacto no es con personas, sino con racimos, cepas, viñas y todo lo que ello conlleva hasta conseguir elaborar ese líquido a veces color cereza claro u oscuro que encandila paladares allende las fronteras.
De casta le viene al galgo es una frase que se cumple en este caso, pues ya su padre se encargaba del terruño con mucho amor y mucha dedicación; incluso hubo una época en que una de las señas de identidad de MC., al parecer tenía por título “viña Columbiano”; hoy desconocida por eso que llaman el “gran público”.
Tiene MC, vocación de monja, pero de las buenas de las que realizan sacrificios personales para ayudar con el idioma o con papeles a niños que tienen la desgracia de verse obligados a huir de sus lugares de origen y recalan en este pueblo regado por el antiguo rio “Asturia” (ciudad desde 1950).
No puedo contar mucho más sobre esta dama, aunque por otra parte creo que es suficiente con lo escrito hasta ahora y como decía el bueno de “Gracián” en el “Oráculo manual y arte de la prudencia” extenderse demasiado es malo, o dicho de otro modo, lo bueno si breve, menos malo.
Pd:- ¡Ojo! Que todo parecido con la realidad, bien pudiera ser verdad.
